miércoles, 27 de enero de 2010

La pesadilla de un hospital

Por el Periodista Iracundo
A nadie nos gusta estar en un hospital, ya sea por que nosotros estemos enfermos o algún familiar o amigo esté internado, todos buscamos evitarlo.
Desde hace 3 años yo tengo un familiar enfermo que, por falta de IMSS, ISSSTE, o cualquier otro servicio de esta índole, ha tenido que echar mano del Hospital General.
Ubicado en el cuadrante de Avenida Cuauhtémoc y Dr. Jiménez, a este nosocomio llegan personas de todos lados del país, lo mismo ves una ambulancia de Protección Civil de Tenango o de Santiago Tianguistenco, Edomex, que una de Cruz Roja Maravatío, Michoacán.
Aquí acuden personas de escasos recursos y que no tienen el derecho de recibir atención en las instituciones antes mencionadas.
Se supone que, como dicta la Constitución, todo ciudadano mexicano tiene el derecho de recibir del Estado el servicio médico, sin embargo, esto no es así. En el Hospital General las consultas suelen costar 50 pesos, pero es tal la cantidad de gente que necesita atenderse y tan pocos los recursos materiales y humanos de este lugar que ese supuesto bajo costo termina invirtiéndose.
Yo no sé cuánto he gastado desde hace 3 años con las consultas, ingresos, análisis, terapias y demás que mi tío ha necesitado, porque además es común que pospongan operaciones o consultas, por lo que una enfermedad se complica y se complica hasta que se transforma en un mal mayor, lo que incrementa de manera notable los gastos.
No dudo de la capacidad de los galenos de este lugar, aunque, como en todo, también los hay huevones e ineptos que nomás cobran y parasitan un espacio que podría ocupar alguien con ganas de hacer su labor, por fortuna son los menos.
Y además llegar a este lugar es una misión cuasi imposible, ahí quisiera preguntar donde carambas está la Delegación para poner orden, o el Gobierno del DF, caminar o llevar a alguien en silla de ruedas se vuelve un rally, tiene que esquivar un tianguis de puestos de comida, ropa, periódicos, libros, en fin, de un chingo de cosas que no se necesitan vender afuera de un hospital.
Además, los mismos vendedores se apropian de la calle al estacionar sus carros, y dejándo pocos lugares para quienes van al hospital a atenderse, a eso hay que sumarle los franeleros que te dicen que con toda confianza les dejes tu coche en doble fila para que al poco rato pasen los mordelones policías de tránsito a apuntar tus placas para la multa por hacer dicha acción indebida, y los franeleros se limitan a saludar a los agentes y a hacerse como el tío lolo.
El portal del propio hospital indica que tiene 104 años al servicio de los mexicanos, supongo que hace más de un siglo eramos la cuarta parte de los que habitamos hoy, no consideran que después de tanto tiempo se necesita un nuevo hospital como éste???
Ah pero que buenos somos para mandar millones de pesos a Haití o usarlos para jugar a los soldaditos, verdad señor dizque presidente??